sábado, 11 de julio de 2015

A cuestas

Intento ser yo misma, fingiendo ser valiente. Olvidando sentimientos, sensaciones y emociones.
Olvidando que lloré con el alma hecha jirones.
Recordando, que no soy quien fui y aquí estoy con dos cojones.
Y con mis dos cojones me ahogo...por no quererme soltar, por no querer confiar, por no querer olvidar.
Y es que, cada lágrima que golpeó mis muslos llevaba un nombre, cada grito ahogado, sin tono, sin color, sin ilusiones...
Mi camino fue una cuesta, y a mi espalda cada flecha que impactó sobre esta piel, que cansada de sangrar cicatrizó de otra manera y se volvió coraza y el corazón de madera.
En la cuesta encontré quien, con paciencia, cargo parte de mis maletas y me ofreció su agua cuando anduve sedienta.
También encontré quien, entre la maleza, cuando no podía más comenzó a lanzarme piedras.
Y esto me hizo caer, pero no desfallecer.
Me levante con más fuerza.
Finjo ser valiente, es el valor quien te encuentra. Yo me le cruce dos veces y después se fue sin rendir cuentas.
El valor no se instala, el valor nace de uno cuando menos se lo espera, cuando más lo necesita.
Aún voy subiendo mi cuesta, pero cuando llegue arriba, gritaré, lloraré y rodaré por la ladera.
Porque a los que nos toca subir y cargar con tantas piedras, cuando nos toque bajar... no costará una mierda.

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